TU’YO: PERRO FIEL

¿Y qué puedo hacer? Ellos son tres y nosotros dos, no existe la mínima posibilidad de que todos nos salvemos. Sólo cuento con dos cápsulas así que me despido de mi esposa y mis dos hijos. 


Emprendo el viaje con mi perro, le doy el abrazo más sincero y cierro su cápsula, también aseguro la mía con la esperanza de volverlo a ver en un planeta menos humanizado que la tierra.

Sé que todos dirán que soy un maldito por no salvar a mi familia, mejor así y la verdad que me tiene sin cuidado lo que alguien piense si llega a leer este texto.
 
Los recuerdos uno a uno comienzan a borrarse, la colisión de la luna con ese que fue mi hogar hace que se borren por completo.
 
Nadie garantizó un viaje seguro por lo que daba lo mismo esperar a la muerte o salir a buscarla. La nave espacial es demasiado vieja, parece el desecho de un país que siglos atrás fue la luz de la guerra.
 
Pronto comienzan a sentirse los desperfectos, el aroma a desgracia se percibe en todas partes. Al menos sé que moriré tranquilo junto a mi único amigo contemplando la extinción del ser humano al que un filósofo lo bautizó como el mayor error del mundo.
 
Aunque un cristal nos separe, nuestras almas están juntas, de pronto regresan a mí imágenes confusas de cuando le prometí que cuando el uno muera se llevaría al otro.
 
-Código D353C40- Pronuncia una asquerosa voz desde la cabina de mando, es fácil intuir DESECHO, el capitán se ha visto obligado a aterrizar en un pequeño planeta que sirve de depósito de toda la basura del universo.
 
 El aterrizaje forzoso separa a todas las cápsulas, la mía cae en las orillas de una laguna de plutonio, otras con menos suerte se pierden para siempre en el espacio, no sé lo que ha ocurrido con mi amigo, sin embargo lo poco que me queda de sentimientos me brinda las fuerzas necesarias para buscarlo.
 
Atravieso montañas de chatarra junto a cadáveres que simulaban androides en descomposición. El hambre atonta a mis sentidos, me veo en la obligación de llenar el estómago con las piernas de alguna tripulante. No cabe duda que es más asqueroso masticar su carne que injuriar su condición humana.
 
Son ya horas y horas de vómito hasta que me hago a la idea que jamás volveré a saborear un plato más digno. “Soy aquello que no pude ser” me repito mientras dejo atrás los montes para escurrirme en un desierto de microchips.
 
El olor a cables quemados aliviana en algo la sensación de carne humana que tortura a mis entrañas. A lo lejos contemplo los restos de una cápsula ¿Será él? Si no cabe duda es él, intento apresurar los pies que ahora sólo se arrastran, Lo encuentro dando los últimos suspiros, pues aquí el tiempo transcurre de manera disforme, ya son varios días desde que nos separamos, está muy herido y no ha probado nada que calme su sed o su hambre.
 
No obstante ha sido fiel a la promesa que nos hicimos, ha postergado su muerte hasta que estemos juntos, yo soy más cobarde y aunque sé que me espera el mismo destino no estoy dispuesto a verlo partir.
 
Para demostrarle mi amor antes de que muera le brindaré el mejor banquete. Me convertiré en su cena.