AL SER QUE NUNCA ESTUVO A MI LADO

Nunca te maldeciré, mi distante padre,
pues lo que tú no hiciste, lo hizo mi madre,
tampoco pediré el arrullo de tus brazos
porque ella ya calmó mi miedo con abrazos.
 
De ella fueron todas las fechas, y los días,
las negras lágrimas y las turbias melancolías,
cuando en lo profundo de la noche oscura
su leche materna me sabía a amargura.
 
Hacía frío cuando murió la última estrella,
entonces comprendí que la soledad era bella,
y que nunca, pero nunca estarías a mi lado,
porque ya todo era triste cariño consumado.
 
¿Reír o llorar? ¿Dime cuál es la diferencia?
Cuando llevo podrida toda la existencia,
y mi alma hacia el sepulcro se precipita
sin esperar la hora de tu lágrima infinita.

 

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