MANCHÉ TU VIDA

Manché tu vida en el reformatorio
con el agua sombría de mi llanto
que fue blasfemia y también oratorio
para tu grande y virginal espanto.
 
Bajo la penumbra del primer beso
que olía a primavera falleciente
por culpa del miserable exceso.
 
Sin luz para seguir en el presente
escribí con veneno sobre tu hueso
que colgaba de mi pecho hiriente.
 
Así te convertiste en ofertorio
de este maldito que te quiso tanto
y que en el día de su velatorio
te arrastró hasta el camposanto.